Imperio Nuevo - Egipto

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Con la reunificación territorial de Egipto bajo la dinastía XVIII se inauguró el Imperio Nuevo, que tuvo su capital en Tebas y comprendió las dinastías XVIII, XIX y XX. Las últimas dos dinastías se agupan bajo el nombre de Período Ramésida

A nivel internacional, esta época coincide con el gobierno de los últimos reyes del Imperio Antiguo en Asiria,  y el apogeo y caída de los reinos micénicos en Grecia. Se dio durante este período el éxodo de los israelitas desde Egipto hasta la tierra prometida del Canaán.

Los faraones de la dinastía XVIII iniciaron reformas para fortalecer el poder central, expulsar definitivamente a los hicsos, reabrir rutas comerciales para fomentar la economía y establecer relaciones diplomáticas con otros estados poderosos de la época. Estas medidas lograron un florecimiento económico y cultural que marcaron una época de verdadero esplendor en Egipto, reflejado en los bellos monumentos tebanos construídos durante este período. Continuó, sin embargo, la influencia asiática en el norte del territorio, en el delta, y aumentó la influencia nubia en el sur; los faraones del Imperio Nuevo comenzaron a contratar muchos mercenarios nubios y éstos alquirieron cada vez más relevancia y poder. 

Dinastía XVIII

Amosis I reinó entre 1550 y 1525 a.c. Es el fundador de la dinastía XVIII, a pesar de ser hermano del último faraón de la dinastía XVII y por tanto descendiente directo de ésta. Su reinado inaugura un nuevo período con Egipto unificado, tras una etapa de fragmentación política e influencia del pueblo extranjero hicso. Amosis I estaba casado con Amhose Nefertari, una mítica reina recordada por ser la primera Gran Esposa Real en desempeñar un papel realmente activo enla política egipcia.

Amosis I dedicó tiempo y esfuerzo en extender la influencia egipcia en Asia. Realizó campañas militares con el objetivo de aplacar el poderío hicso en la zona y conseguir el control efectvo sobre el territorio correspondiente a la actual franja de Gaza, de vital importancia geopolítica y económica por ser el paso obligado de Egipto hacia el norte. Las batallas y campañas militares llevadas a cabo con este propósito lograron la formación de un ejército organizado y experimentado. Asimismo, las conquistas fueron muy útiles pues proveyeron tributos y posibilitaron una gran expansión económica. Se desarrolló la minería en Nubia y el Sinaí. 

Amosis I fue sucedido por Amenofis I (o Amenhotep I) y éste por Tutmosis I. Ambos continuaron la labor de Amosis, continuando la expansión territorial y consolidando un estado fuerte con una eficiente administración central. También construyeron templos y monumentos, prueba del poderío y prosperidad económica de la época. Tutmosis I no era descendiente de Amenofis I y se cree que pertenecía a otra familia. No se sabe a ciencia cierta demasiado sobre sus orígenes ni cuál era su vínculo con la familia real. Así y todo, Tutmosis I fue un gran líder, recordado por ser un conquistador que extendió el dominio egipcio hasta el Éufrates. El día de su coronación Tutmosis I emitió un decreto real que fue enviado a muchas personalidades políticas importantes de la época; en él anunciaba el comienzo de su gobierno y notficaba la titulatura exacta de su cargo como faraón. Este decreto fijó la manera en la que se denominaría al faraón por el resto de la historia egipcia. También se debe a Tutmosis la idea de abandonar el enterramiento faraónico en pirámides. En su lugar, Tutmosis dispuso que se lo enterrada en un sepulcro subterráneo, costumbre que continuaría durante todo el Imperio Nuevo. Su tumba y la de sus sucesores fueron excavadas en las laderas de unas colinas desérticas ubicadas frente a Tebas. Este conjunto de tumbas formó una necrópolis conocida como el Valle de los Reyes.

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Hatshepsut

Tutmosis I fue sucedido por Tutmosis II, cuya Gran Esposa Real fue su hermanastra Hatshepsut, primogénita de Tutmosis I. El papel político de esta reina fue muy importante en la historia de Egipto. Al morir, Tutmosis II fue sucedido en el trono por Tutmosis III, aún niño e hijo de una simple concubina. Por tanto, su ascenso al trono debía ser legítimado y esto solo podía lograrse desposando a la hija de Hatshepsut. La reina, que se convirtió en regente del Imperio por la corta edad del nuevo faraón, puso todos los obstáculos posibles para impedir el matrimonio. Tras dos años de regencia y viéndose lo suficientemente fuerte, Hatshepsut se autoproclamó faraón, adjudicándose todas las titulaturas tradicionalmente masculinas, y quitándole el cargo al joven Tutmosis III.

Hatshepsut gozó de legitimidad y fue apoyada por lasprincipales figuras políticas del Imperio, en especial por su chaty Senenmut y la eminencia del clero Hapuseneb, a quien otorgó grandes donaciones y privilegios. Un curioso dato de color es que Hatshepsut, además de atribuirse las titulaturas faraónicas, se hizo representar con símbolos estéticos masculinos como la  barba faraónica, con la que se la ve en muchas estatuas. Su reinado de 22 años fue pacífico, y durante esta época se llevaron a cabo solo unas pocas campañas militares, de objetivos más bien disuasores o comerciales que de conquista. La reina se dedicó más a la construcción de templos y a mantener la paz interna.

No hay certeza sobre cómo concluyó el reinado de Hatshepsut, pero debido al hallazgo de varios monumentos destruidos de la reina y su chaty, se cree que habría sido asesinada en medio de una sublevación organizada por los partidarios de Tutmosis III. Con la muerte de Hatshepsut asumió el poder Tutmosis III, iniciando un exitoso reinado de 33 años. Desde el principio de su gobierno debió hacer frente a numerosas sublevaciones en Siria, instigadas por los reyes hurritas de Mitani. Finalmente logro vencer al reino de Mitani, y consiguió también otras victorias por las que obtuvo cuantiosos botines y tributos de potencias como Babilonia, Chipre o Creta. Sus exitosas campañas militares le dieron gran poder y riqueza, que volcó en construcciones erigidas principalmente en Tebas, como el Templo de Amón en Karnak. Tutmosis mantuvo buenas relaciones con las islas del Egeo y hacia 1464 a.c. se creó un primer equilibrio internacional

Los sucesores de Tutmosis III fueron: Amenofis II, que reinó entre 1453 y 1419 a.c.; seguido por Tutmosis IV, faraón entre 1419 y 1386 a.c.; y Amenofis III, cuyo gobierno se extendió desde 1386 hasta 1349 a.c. Los tres continuaron la política expansiva y de pacificación y consolidación del poder iniciada desde el comienzo de la dinastía. Esta fue la edad de oro de la historia egipcia. Durante esta época reinó la paz, las fronteras se mantuvieron seguras, florecieron la economía y el arte. La prosperidad se reflejó en el gran lujo de la corte, las majestuosas construcciones y el esplendor de las tumbas reales. Se intensificaron las relaciones internacionales y el intercambio económico y diplomático con otras potencias. Las relaciones exteriores egipcias con Babilonia, Mitani o Amurri en el Canaán, así como con sus estados vasallos en Siria, han quedado plasmadas en las llamadas Cartas de Amarna, un enorme archivo de correspondencia diplomática encontrado en la region de Amarna, en el Alto Egipto. Estas cartas, grabadas en tablillas de arcilla, están escritas en acadio, que era el idioma diplomático de la época, usado por casi todas las potencias, desde Anatolia hasta el Golfo Pérsico, en sus relaciones exteriores. En materia religiosa continua la importancia del dios Amón, que venía ganando peso desde finales del Imperio Medio. Amenofis III dispuso la construcción del Templo de Luxor en Tebas, dedicado al dios Amón. Destaca, sin embargo, el aumento de la influencia de Atón, deidad del disco solar y poco importante hasta entonces, que empieza a tener cada vez más seguidores.

- Akenatón, el faraón hereje -

Tras su muerte Amenofis III fue sucedido por su hijo, Amenofis IV (Amenhotep IV). Este rey, que gobernó entre 1352 y 1335 a.c., fue conocido como “el faraón hereje”. Cambió su nombre a Akenatón (o A-en-atón, que significa “servidor de Atón”), y con tan solo dos años en el poder sustituyó oficialmente la primacía del culto a Amón por la de Atón en todo el territorio imperial. Abandonó Tebas, donde el clero tenía demasiada influencia, y fundó una nueva capital en la región de Amarna, que bautizó Ajetatón o Aketatón, cuya traducción es “Horizonte de Atón”. La transformación llevada a cabo por Akenatón fue radical y polémica, pues sus reformas convirtieron a Atón en la única deidad de culto oficial en Egipto, creando así la primer religión monoteísta de la historia. Estas medidas, que se conocen como el Cisma de Amarna, tuvieron un fuerte impacto en los egipcios, donde la vida social y religiosa estaban íntimamente unidas. Se produjeron luchas y asesinatos entre los seguidores de Atón y los de Amón. Los sacerdotes de Amón, antaño muy influyentes, perdieron su fuerza política y económica. Se dio una fuerte persecución religiosa desde el estado, se destruyeron templos, imágenes y cualquier referencia a otras divinidades que no fuesen Atón.

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Akenatón
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Nefertiti

La Gran Esposa Real de Akenatón, Nefertiti, se mantuvo siempre al lado de su marido, acompañándolo en sus decisiones y asumiendo incluso funciones de corregente. Es comúnmente representada en condición de igualdad con su marido. Se convirtió en reina-faraón y adoptó el nombre de  Neferneferutatón (algunos historiadores han interpretado, empero, que para entonces Nefertiti había muerto y quien asume este cargo fue su hija, Meritatón). En 1336, tras catorce años del reinado de Akenatón, no se encuentra ninguna otra referencia a Nefertiti en los registros reales. Sobre esto existen hipótesis diversas: algunos afirman que pudo haber muerto de manera repentina y violenta, tras lo cual el dolido faraón habría prohibido volver a mencionar el nombre de su esposa; otros barajan la teoría de que Nefertiti habría mostrado algún comportamiento incorrecto y caído por eso en desgracia. Su desaparición coincide con otros hechos: el ascenso a Gran Esposa Real de Meritatón y el nombramiento como corregente de un misterioso personaje llamado Semenejkara. Una interesante hipótesis es que esto refleje el ascenso de Nefertiti al trono, ya no solo como reina-fóaran, sino como faraón propiamente dicho, con todas las titulaturas masculinas correspondientes; de haber sido así, Akenatón habría necesitado una nueva Gran Esposa Real, y quién mejor para reemplazar a Nefertiti que su propia hija.

- Tutankamón y el fin del atonismo -

Tras su muerte, Akenatón fue sucedido por el ya corregente Semenejkara, que reinó por dos años hasta 1336 a.c. Éste fue sucedido a su vez por Tutankatón, hijo de Akenatón y una esposa secundaria llamada Kiya. Tutankatón era aún un niño cuando ascendió al trono, por lo que la regencia del Imperio quedó en manos de Ay, visir de Akenatón que para entonces había ganado ya mucho poder e influencia.  

El reinado de este joven  faraón resultó más importante de lo que se creyó en un principio. Al asumir sus funciones efectivas en el gobierno, el monarca cambió su nombre a Tutankamón y restauró el culto a Amón y el resto del panteón egipcio. Mudó la capital nuevamente a Tebas e hizo que su esposa Ankesenatón, hija de Akenatón y Nefertiti y por tanto portadora de la legitimidad real, cambiase su nombre a Ankesenamón. También restauró los templos destruidos por su padre. Sus medidas lograron pacificar otra vez la sociedad egipcia. 

Tutankamón murió en 1327 a.c., tras solo nueve años de reinado. Se cree que fue víctima de un brote de malaria que azotó Egipto por aquella época, agravado por un débil sistema óseo. Esto último se conoce gracias a los estudios realizados sobre su momia. La prematura muerte del faraón creó un ambiente de inestabillidad política, pues Tutankamón era el último miembro masculino de la dinastía XVIII. Ante el vacío de poder, fue sucedido por su chaty Ay, quien desposó a la viuda Ankesetamón, depositaria de la legitimidad real. 

La enorme fama actual de Tutankamón no se debe tanto a lo extraordinario de su reinado, sino a lo reciente del descubrimiento de su tumba, que se encontró en excelentes condiciones y repleta de tesoros, lo cual es sorprendente ya que la mayoría de las tumbas reales fueron saqueadas antes de ser descubiertas. El hallazgo se dio en 1922, durante una expedición liderada por el arólqueogo Howard Carter.

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Máscara Mortuoria de Tutankamón, visible en el Museo Egipcio de El Cairo

Dinastía XIX

Tras el desceso de Tutankamón, el chaty Ay reinó hasta su muerte. Fue sucedido por Horemheb, que murió sin descendencia. Su cargo pasó entonces a ser ocupado por su visir, que ascendió al trono como Ramsés I, fundando la dinastía XIX y dando inicio al período ramésida. Se cree que Ramsés I era originario de una familia hicsa de Avarís. Su reinado solo duró un año.

Ramsés I fue sucedido por su hijo Seth I (aunque puede no haber estado relacionado por sangre y ser solo un alto militar), que gobernó entre 1294 y 1279 a.c. Se dedicó a asegurar las fronteras, muy descuidadas desde épocas de Akenatón; a impedir el avance de los hititas, que se hacían cada vez más poderosos; y a reconquistar la zona del Canaán.

- Ramsés II, el gran faraón -

El hijo y sucesor de Seth I fue Ramsés II, que reinó durante 66 años y fue quizás el faraón más célebre de la historia egipcia. Al asumir su cargo, Ramsés II estaba ya muy preparado: además de recibir una excelente educación, había ejercido como corregente junto a su padre durante varios años y aprendido el oficio de gobierno. Tras varios años de arduo enfrentamiento, e incluso algunas derrotas, Ramses II logró en alianza con los asirios vencer finalmente a los hititas. Con la firma del Tratado de Paz de Kadesh entre Ramsés II y el rey hitita Hattusil III, y la boda concertada entre el faraón egipcio y una princesa hitita, se dio un Segundo Equilibrio Internacional. 

El reinado de Ramsés II fue un período de gran prosperidad económica y cultural. Se dio un gran impulso a las ciencias y la literatura y se erigieron imponentes construcciones. Entre las edificaciones auspiciadas por este faraón destacan la ampliación del templo de Abidos y el templo de Amón en Tebas y la construcción del templo funerario de Ramesseum, su propia tumba en el Valle de los Reyes. La más célebre de las obras es sin embargo el grupo de templos de Abu Simbel en Nubia, en honor a su Gran Esposa Real Nefertari y a él mismo. Ordenó además la construcción de una nueva capital en el norte, sobre las ruinas de Avaris (capital hicsa), a la que bautizó Pi-Ramsés Aa-najtu, cuya traducción es “La ciudad de Ramsés”.

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Estatua de Ramsés II junto a foto de su momia

A Ramsés II se le conocieron decenas de esposas y concubinas, con quienes tuvo más de cien hijos. Este faraón creó una lista con todos sus nombres y dispuso la construcción de una gigantesca tumba en el Valle de los Reyes donde serían enterrados muchos de ellos. A pesar de la cantidad de mujeres que lo rodeaban, la más importante en su vida fue sin dudas su Gran Esposa Real, Nefertari, quien se cree era descendiente de la reina mítica Amhose-Nefertari. Fue importante el papel de esta reina en cuestiones políticas, habiendo entablado activas conversacines diplomáticas con los hititas que sentaron las bases para un proceso de paz. La estima de Ramsés II por su esposa se pone de manifiesto en su templo de Abu-Simbel, donde la imagen de Nefertari y la del faraón son del mismo tamaño, algo poco común en Egipto. A la muerte de Nefertari, una esposa secundaria de Ramsés llamada Isis-Nefertari asumió el cargo de Gran Esposa Real. Aunque no se inmiscuyó en política, Isis-Nefertari era astuta y consiguió que todos sus hijos ocuparan altos cargos de gobierno. Ramsés llego a desposar también a dos de sus hijas, una de Nefertari y otra de Isis-Nefertari, que llegaron a convertirse también en Grande Esposas Reales, ocupando el lugar de sus difuntas madres.

En la cultura popular se afirma que Ramsés II fue el faraón mencionado en la Biblia que dejó en libertad a los esclavos hebreos tras sufrir las diez plagas de Moisés. Las fechas mencionadas en la Biblia, sin embargo, no coinciden con las del reinado de Ramsés.

- Decadencia y fin de la dinastía XIX -

A la muerte de Ramsés II se empezaron a vislumbrar los primeros síntomas de recesión. La autoridad central comenzó a perder el control efectivo del territorio y recrudecieron las amenazas externas, en especial sobre las regiones de Libia y el Canaán. Debido a su longevidad pocos de sus hijos sobrevivieron a Ramsés II, por lo que su sucesor fue Minepath, decimo tercero en la línea sucesoria. Durante su reinado, este faraón organizó varias campañas militares contra los pueblos invasores, es especial contra los libios, que atacaban en alianza con los llamados Pueblos del Mar. 

Los últimos faraones de la dinastía XIX no lograron evitar la progresiva decadencia de Egipto, gobernando en un contexto bastante anárquico. La reina-faraón Tausert Sitra-Meryamón fue la última de la dinastía, y destaca por haberse adjudicado, como Hatshepsut 300 años antes, todas las titulaturas tradicionalmente masculinas de faraón. 

Dinastía XX

La dinastía XX fue fundada hacia 1190 a.c. por Sethnajs, un alto general del ejército que apartó a los últimos aspirantes al trono de la dinastía XIX, haciéndose con el poder. El sucesor de Sethnajs fue su hijo Ramsés III, quien gobernó durante 30 años y fue el único faraón destacado de la dinastía XX. Logró vencer a los Pueblos del Mar, que pretendían invadir Egipto. También puso en marcha reformas económicas y sociales con el objetivo de reasegurar el orden y calmar la inestable situación interna que vivían los egipcios por entonces. Sus esfuerzospor restaurar la grandeza del Imperio no lograron su cometido; el convusionado pueblo organizó una huelga y Ramsés III fue asesinado por una conspiración urdida desde el harén real en Tebas.

Al morir Ramsés III se exacerbó el ambiente de intestabilidad en Egipto. Abundaron las crisis políticas y de sucesión, las intromisiones extranjeras en política interna, las intrigas de los cada vez más poderosos sacerdotes de Amón, todo ello en medio de una profunda crisis económica y déficil fiscal. La crisis dinástica era evidente: Ramsés III fue sucedido por ocho gobernantes del mismo nombre, muy débiles, que reinaron por períodos muy cortos.

Para culminar el desastre interno, estalló la llamada Guerra de los Impuros, una especie de conflicto religioso entre los seguidores de Amón liderados por el poderoso Sumo Sacerdote de Amón tebano, contra los rebeldes de Heliópolis seguidores del dios Seth y apoyados por influyentes personalidades de origen asiático, cuya presencia y poder en la corte egipcia habían ido en aumento durante los últimos años. Los monarcas, cuyo poder a estas alturas era tan solo nominal, no intervinieron en la guerra hasta que el Sumo Sacerdote de Amón, aprovechando el convulsionado clima, intentó dar un golpe de estado. El faraón lo destituyó y nombró en su cargo a un general mercenario de origen libio llamado Herihor. Junto a un pariente de Herihor de nombre Esmendes, lograron derrotar a los rebeldes sethistas. A su muerte en 1069, ambos sucedieron en el trono a Ramsés XI: Esmendes se proclamó rey en el Bajo Egipto y Herihor hizo lo mismo en el Alto Egipto, como monarca independiente. Esta fragmentación inaugura la era conocida como Tercer Período Intermedio.