Estoicismo

Estoicismo

Estoicismo

> Entrada principal: Antigua Grecia.

La escuela estoica fue fundada en el 301 a.c. por Zenón de Citio, quien fue discípulo del cínico Crates de Tebas. Sin embargo, fue Crisipo de Solos, director de la Stoa (la escuela estoica de Atenas), quien convirtió al estoicismo en una doctrina de relevancia. Su talento y dovoción para enseñar, sumados a una vasta producción literaria sobre la filosofía estoica, permitió una amplia difusión de estas ideas y consiguió que el estoicismo ganara cada vez más adeptos. La Stoa cobro tanta importancia que llegó a superar a la Academia de Platón y al Liceo Aristotélico. Hubo muchos estoicos conocidos durante el período helenístico, como Posidonio y Cicerón. Sin embargo, los estoicos más celebres aparecieron recién en el Imperio Romano: Séneca, Epicteto y el emperador Marco Aurelio.

Zenón de Citio4 - Filosofía: Estoicismo
Zenón de Citio

El estoicismo reflexiona sobre el hombre y su moral, e intenta enseñarnos a vivir de acuerdo a nuestra propia naturaleza, idea que toma del cinismo. Según el pensamiento estoico, el mundo tiene una naturaleza racional, y todo lo que lo compone está unido por una ley o razón universal. El humano y el mundo están conectados por una red de relaciones de causa y efecto ya establecidas: el estoicismo cree que existe un destino, y éste no puede ser cambiado.

Epicteto en su escritorio - Filosofía: Estoicismo
Epicteto

Los estoicos son, por tanto, deterministas. Como no puede modificarse lo que ocurrirá, lo único que podemos controlar es a nosotros mismos. Así, la manera de alcanzar la felicidad es mediante la autosuficiencia y la autarquía: no necesitar nada ni nadie externo a nosotros mismos, es decir, solo necesitar aquello sobre lo que tenemos control. Siguiendo este pensamiento, el ideal estoico es el que difundiría Epicteto varios siglos después: soporta y renuncia. Soporta, porque aunque intentes cambiarlo tu destino seguirá siendo el mismo; y renuncia a todo aquello que no eres tú y a todo lo que deseas, pues solo se puede alcanzar la paz si logramos ejercer dominio sobre nosotros, sin dejarnos controlar por nuestros deseos y apetitos.

Como la verdadera felicidad reside en nosotros y solo depende de nosotros, nada exterior es importante y no debiéramos preocuparnos por ello ni pretender cambiar lo de fuera. Un estoico centra todos sus esfuerzos en alcanzar la virtud interior, que depende únicamente de él mismo, y justamente es esa su fortaleza. No importa qué tan mal esté todo en el exterior, no importa qué desgracias ocurran en el mundo, el estoico no se perturba ni le teme al porvenir, pues ha alcanzado la ataraxia: la imperturbabilidad de ánimo. De esta forma vive siempre en paz, pues su paz viene de él mismo, de su interior, y no del contexto en que se encuentra.

A diferencia de los cínicos, que se oponían a la vida en sociedad y ridiculizaban y trataban de tontos a todos aquellos que aún no habían abierto los ojos, los estoicos no despreciaban a sus semejantes ni eran duros con ellos. Compartían la visión crítica de los cínicos pero diferían con ellos en las formas para relacionarse con la sociedad. Los estoicos eran cosmopolitas. Consideraban que el mundo entero era una totalidad unida por una ley universal, y por tanto no podían ser de un lugar u otro por su cultura o nacimiento, pues no existía división alguna en realidad. Ellos se sentían parte del todo, sin importar donde se encontraban eran parte del universo. Los verdaderos ciudadanos del mundo.