Período Arcaico o Tinita
Período Arcaico o Tinita
Período Arcaico o Tinita
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Este período, conocido también como período dinástico temprano, se inaugura con la unificación del Alto y Bajo Egipto en manos de Narmer (o Menes, aunque muchos aseguran que son la misma persona) y la fundación de la dinastía I. Además de Narmer, la dinastía I incluyó ocho faraones que reinaron en un contexto de prosperidad. Estos gobernantes recibían nuevas titulaciones en las ceremonias de coronación, que simbolizaban su autoridad sobre el territorio egipcio unificado. Llevaban por ejemplo el título de Horus, símbolo del poder real, y de Nesut-Bity (una conjunción entre Nesut, que significa “junco” y era símbolo del Alto Egipto, y Bity, que se traduce como “abeja” y simbolizaba el Bajo Egipto), demostrando su cargo de rey del Alto y Bajo Egipto.
Narmer fundó la ciudad de Menfis, cerca del actual Cairo, que posteriormente se convertiría en la capital del Imperio Egipcio. Dentro de la dinastía I se destacó también Aha el Combatiente, sucesor de Narmer, a quien se le atribuyen campañas de conquista contra Nubia y Libia, y relaciones diplomáticas con los fenicios de Biblos, en el actual Líbano. También se sabe que durante su reinado se realizó un sacrificio humano frente al palacio real.
Menor es la información que se tiene sobre la dinastía II. Los documentos y fuentes que han llegado a nuestros días donde se menciona a los faraones de esta dinastía (tablillas, sellos cilíndricos, piedra de Palermo, etc.) son contradictorios entre sí. Solo existe bastante certeza respecto a los nombres y orden de los primeros cuatro faraones de la dinastía II, que habrían gobernado entre el año 2930 y 2890 a.c. Se estima que el último faraón del período arcaico fue Jasejemuy.
Características culturales: Para el final de la dinastía II ya estaban bien definidos aspectos característicos de la cutura egipcia, como los ritos de coronación, la naturaleza hereditaria de la monarquía o la titulatura real. Éstos serían utilizados por la monarquía faraónica hasta la época ptolemaica. También estaba bastante consolidado el rol de las reinas. Los hombres no podían acceder al poder y ser faraones si no estaban casados con una mujer de sangre real, que era la garante de legitimidad. Comúnmente los matrimonios eran entre hermanos. La reina era asociada con la diosa Isis y el rey con Horus. Los faraones tenían una esposa principal, llamada Gran Esposa Real, varias esposas secundarias y muchas concubinas.
Religión: Los dioses locales de las ciudades comenzaron a adquirir importancia a nivel nacional mediante procesos de asimilación. Por ejemplo, Osiris, dios asociado a la fertilidad, el comercio y la vida después de la muerte, era originario de una ciudad del Bajo Egipto y fue asimilado con un dios parecido de la ciudad de Abidos, que se convirtió en un centro religioso y funerario donde se enterraba a los faraones. Para el final del período arcaico existían ya la mayoría de las deidades que constituyen el panteón egipcio clásico, como Anubis (chacal), Ra (sol), Osiris y su hijo Horus (halcón), Isis, Seth, etc. También destacaba ya la importancia de los ritos funerarios y la creencia en la vida después de la muerte.
Economía y sociedad: El aparato político intervenía mucho en la economía de Egipto. Los faraones y gobernantes locales daban fuerte impulso a las obras de canalización para el riego, que aumentaban el rendimiento agrícola. Una fracción de lo producido por los campesinos era entregada a las autoridades estatales, a modo de impuesto. Este alimento se guardaba en los llamados silos reales y posteriormente se distribuía entre la población urbana. Esta última incluía artesanos, mercaderes, comerciantes, ejército, burocracia y por supuesto la familia real.
El comercio se expandía rápidamente, a través de dos rutas principales: hacia el sur, Nilo arriba, llegando a Nubia; y hacia el Levante, franja costera más oriental del Mediterráneo, que incluía Israel, Jordania, Palestina y Siria. El Levante, sobre todo la zona del Líbano habitada por los pueblos fenicios, era su principal fuente de madera, material que escaseaba naturalmente en la región egipcia.
Ciudades: El aumento en la producción agrícola propició un contexto de prosperidad que permitió un gran crecimiento demográfico y la expansión de las ciudades. Como el Nilo era el elemento vertebrador del territorio, las principales ciudades se conformaron a sus orillas. Surgieron hacia el III milenio a.c. más de treinta ciudades a lo largo del valle y delta del Nilo. Éstas tenían calles paralelas al río, cruzadas por otras perpendiculares que desembocaban en él, formando ángulos rectos en cada intersección. Así se originaron, de forma natural, los primeros trazados urbanos ortogonales (plano hipodámico). Las ciudades más importantes en esta época eran Menfis, ubicada en el punto donde confluyen el Alto y Bajo Egipto, Nejen y Nagada (conocida como Ombos en griego).
Escritura: Se perfeccionó la escritura jeroglífica, apareciendo en grabados de vasos, monumentos y papiros.