Sócrates, Platón y Aristóteles

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Sócrates y la mayéutica

A partir del siglo V a.c. se instauró en Atenas un régimen democrático, que permitía a cualquier hombre libre tomar la palabra, exponer su postura y opinar sobre los asuntos públicos que afectaban a toda la polis. Era fundamental, pues, disponer de un discurso sólido capaz de influir y convencer a la Asamblea. El arte de la oratoria y la persuacion se volvió una necesidad política. Tal contexto propició la aparición de los sofistas, que se autoadjudicaban el rol de fiólsofos, pero no eran más que maestros de retórica y oratoria. Básicamente, los sofistas enseñaban a debatir y ganar discusiones. Cobraban por enseñar y sus alumnos eran aquellos interesados en el arte de la política.

Surgió en Atenas una figura que criticaba y se oponía al relativismo moral de los sofistas: Sócrates. Lamentablemente, Sócrates no dejó ningún texto escrito, y todo lo que sabemos sobre él es lo que ha llegado a nuestros días en textos de su más famoso discípulo, Platón. La principal crítica de Sócrates a los sofistas era que éstos no estaban interesados en encontrar la verdad, sino en convencer al oyente de que lo que defendían era correcto, independientemente de que lo fuera. Su objetivo era el poder, no la verdad. Sócrates consideraba que la verdad podía descubrirse a través de un proceso mayéutico. En términos generales, la mayéutica era un diálogo metódico basabo en preguntas que ayudaba al interlocutor a descubrir la verdad por sí mismo y a desenmascarar aquellas cosas en las que se creía experto, pero que en realidad no comprendía. De allí deriva la famosa frase de Sócrates “solo sé que no se nada”: al hacerse las preguntas correctas descubrió que era ignorante en todo lo que creía saber. Para Sócrates el bien, la verdad, la virtud y la moral eran inmutables y no podían enseñarse, pero sí se podía ayudar al interlocutor a descubrirlos a través de la mayéutica, pues de manera natural existían en el alma. Según este filósofo solo se alcanzaba la felicidad viviendo virtuosamente.

socrates - Sócrates, Platón y Arstóteles
Sócrates

Hacia el 399 a.c. Sócrates fue acusado por la Asamblea de corromper la moral de los jóvenes y alejarlos de los valores y principios de la democracia de Atenas. Por tales delitos se lo condenó a la pena de muerte. Sus amigos le propusieron pagar la fianza e incluso planearon su huida. Sin embargo, Sócrates no aceptó nada de esto. Él se sentía íntimamente vinculado a su ciudad y para él el destierro habría sido un destino peor que la muerte. Además, como ciudadano virtuoso él sentía la responsabilidad de atenerse a las leyes, por lo que debía cumplir su condena. Por ello, con setenta años, se envenenó con cicuta.

Platón y Aristóteles: dos maneras de entender el mundo

Platón fue el más importante discípulo de Sócrates, creando su propia corriente de pensamiento y fundando la famosa Academia de Atenas. Platón es el autor de importantes obras que continúan siendo estudiadas hoy en día por contener ideas importantes en materia política y social. Entre ellas destacan La República y El Político, en las que Platón reflexiona sobre el estado, la justicia y la relación de éstos con la virtud del hombre. Platón plantea en estos textos la idea de que un buen gobierno debe ser un gobierno de filósofos.

A su vez, Platón tuvo como discípulo a otro brillante filósofo: Aristóteles, quien fundó el Liceo Aristotélico. Existe una conocida frase que dice: “La historia del pensamiento occidental es  una serie de notas al pie de página de la filosofía platónica y aristotélica”. En efecto, el pensamiento de Platón ha influido profundamente en las modernas corrientes recionalistas e idealistas, mientras que las teorías de Aristóteles han sido la piedra angular de las corrientes empiristas.

Platón - Sócrates, Platón y Arstóteles
Platón

Platón planteaba que existe una separación entre el mundo de las impresiones sensibles y el mundo de las ideas. El primero está compuesto por todo aquello que puede experimentarse a través de los sentidos, y es engañoso y falso. En cambio el segundo, que solo puede conocerse a través de la mente y el intelecto, es la fuente de la verdad. Lo que logramos percibir mediante nuestros sentidos es tan solo un reflejo imperfecto de la escencia del todo, que se encuentra en el mundo de las ideas. Uno de los escritos e idea clave para la historia del pensamiento filósofico ha sido la Alegoría de la Caverna, formulada por Platón, que plantea que aquellos hombres que no han visto el mundo de las ideas viven mirando tan solo sombras. En contraste con el pensamiento de su maestro, Aristóteles planteaba que la escencia de los cuerpos, vivos o inertes, se encuentra en ellos mismos y puede conocerse a través de la percepción sensorial.

En materia de ética, Platón creía que solo es posible alcanzar y comprender el bien a través del conocimiento, y por tanto todo acto que se haga desde la ignorancia es irresponsable y no puede ser bueno por sí mismo. Por su parte, Aristóteles difería y sostenía que los actos pueden ser juzganos como buenos o malos dependiendo de si se hallan en consonancia o no con el bien de la polis y del individuo; en dicho juicio ha de tenerse en cuenta también el contexto y los recursos de los que se dispone. 

Siguiendo lo expuesto hasta aquí, es lógico que los planteos de ambos filósofos difieran en su raíz epistemológica. Para Platón, aprender es en realidad recordar ideas escenciales con las que nuestra propia escencia, nuestra alma, ya ha estado en contacto en el mundo de las ideas. Aristóteles, en cambio, consideraba que la manera de crear conocimiento es a través de la experiencia y la observación. A partir de lo que percibimos podemos crear ideas abstractas que sirvan para explicar lo universal. Las ideas que se forman dependen siempre de nuestra interacción con el entorno.

Aristóteles - Sócrates, Platón y Arstóteles
Aristóteles

Las diferencias en el pensamiento de ambos filósofos han quedado plasmadas en la pintural La Escuela de Atenas, obra realizada por Rafael Sanzio hacia el año 1510. En ella se retratan varios grandes pensadores de la historia y en el centro de la escena están, debatiendo, Platón y Aristóteles. El primero señala con su índice hacia arriba, mostrando que la verdad no se encuentra en nuestro mundo, sino en el plano de lo no material; el segundo apunta la palma de su mano hacia el suelo, expresando que la verdad existe y puede conocerse en el mundo del hombre.