Conocido como “El Emperador Filósofo”, fue el último gran exponente del pensamiento estoico. En su famosa obra “Meditaciones” compila una serie de máximas y consejos para alcanzar el buen vivir, exponiendo las ideas y principios que guiarían su vida.
Como emperador, Marco Aurelio cumplía con sus deberes públicos, pero le pesaba la sensación de sinsentido de sus acciones, convencido de que el mundo era regido por la irracionalidad y el determinismo, por lo que, independientemente de lo que se hiciese, nada cambiaría. Siguiendo esta línea de pensamiento, Marco Aurelio comprendía que la paz no podía encontrarse en este mundo exterior irracional, sino que solo podía hallarse en uno mismo. Consideraba que, cuando uno se sentía abrumado, no era necesario irse lejos o retirarse a un lugar calmo a descansar, sino que uno ha de refugiarse dentro de sí mismo. El legar más pacífica es el propio mundo interior.
Como buen estoico, Marco Aurelio practicaba la ataraxia, es decir, la imperturbabilidad de ánimo. Para él, todo en la vida estaba prederminado, por lo que las acciones y las decisiones que se tomen realmente no tienen importancia. Según su pensamiento, no tiene sentido vivir intentando anticipar las consecuencias de nuestros actos. Hemos de actuar bien, siempre de acuerdo a nuestra naturaleza racional, pero sin buscar ningún fin en concreto. Si se actúa de forma bondadosa y ética, los fines no importan ya que todo está escrito de antemano, y será lo que tenga que ser.